Registro Tláloc/Si vamos a meter orden en el agua, por aquí hay que empezar
Ramón Aguirre Díaz
Registro Tláloc Ramón Aguirre Díaz ramon.aguirre.21@gmail.com Si vamos a meter orden en el agua, por aquí hay que empezar • Es un hecho que, a más de 30 años de la promulgación de la Ley de Aguas Nacionales, la gestión del agua en nuestro país es un tremendo caos. Destacan problemas como la falta de control sobre el huachicoleo del agua y la sobreconcesión de ríos. El gobierno federal ha anunciado que trabaja en un gran acuerdo para el manejo del agua . Se trata de un proyecto que busca proteger y garantizar la sostenibilidad hídrica, promoviendo una amplia participación para diseñar las modificaciones legales necesarias, y corregir las distorsiones del pasado, que se originaron cuando la Comisión Nacional del Agua aumentó la entrega de concesiones, a menudo sin el respaldo técnico adecuado. Es un hecho que, a más de 30 años de la promulgación de la Ley de Aguas Nacionales, la gestión del agua en nuestro país es un tremendo caos. Destacan problemas como la falta de control sobre el huachicoleo del agua y la sobreconcesión de ríos, arroyos, presas y acuíferos. Que el gobierno federal decida intervenir es un paso positivo. Sin embargo, deberíamos comenzar con la administración del agua en la frontera norte, donde la situación es un verdadero desorden. Este desorden no sólo afecta a los usuarios mexicanos, especialmente a los agricultores en Tamaulipas, sino que también podría llevarnos a un grave problema con el gobierno de Estados Unidos, donde México tiene, gracias a las negociaciones exitosas de la primera mitad del siglo XX, un tratado internacional ventajoso, en el cual Estados Unidos nos proporciona más de cuatro veces el agua que le reintegramos. Incumplir este compromiso podría derivar en demandas por daños a las zonas agrícolas de Texas e incluso en un conflicto internacional, poniendo en riesgo el acuerdo y causando consecuencias inimaginables para México. Como contexto, México y Estados Unidos Que el gobierno federal decida intervenir es un paso positivo. Sin embargo, deberíamos comenzar con la administración del agua en la frontera norte, donde la situación es un verdadero desorden. comparten dos ríos principales: el Río Colorado, con una longitud total de 2,334 km, de los cuales 2,140 km se encuentran en territorio estadunidense, mientras 27 km marcan la frontera y 160 km recorren Baja California. El río Bravo tiene una longitud de 3,050 km, con 1,032 km en Estados Unidos y 2,018 km formando la frontera entre ambos países. La construcción de la presa Hoover en 1935 sobre el río Colorado, entre Nevada y Arizona, a 508 km de la frontera con Baja California, y la presa Elefante, inaugurada en 1916, a 241 km de Chihuahua, permitió a Estados Unidos retener gran parte del flujo de agua hacia México, afectando gravemente a los agricultores de este lado de la frontera. El problema mayor se encontraba en el lado oriente del país, donde los agricultores de Mexicali sufrieron graves afectaciones, lo que llevó a la necesidad de gestionar una distribución equitativa del recurso hídrico y reconocer a México derechos adquiridos sobre el agua, que generó conflictos y tensiones históricas aderezadas por las sequías recurrentes y la demanda creciente de agua a lo largo de los años 1920 y 1930. Las negociaciones, que no fueron fáciles, resultaron exitosas, pero ahora corremos el riesgo de perder esos logros, tema que discutiremos en la siguiente columna.